LA FRUTA

Ella estaba allí
sin moverse
sin hablar
era una soberbia reina

Me susurraba con su brillo
pedía en silencio que la abrazara
tenía un extraño encanto
dominaba mis miradas
con su piel fina y delicada
emanaba de sus curvas
un aroma suave y dulce

Perfectas pecas morenas
resaltaban su forma
belleza hechizante
ya no era dueño de mis actos
me controlaron las ganas de agarrarla
sentirla entre mis manos
moder su cuerpo
hacerla mía

Fui acercandome
la tomé por sorpresa
mis dedos no la dejaban escapar
cerré mis ojos
y la mordí fuertemente
su alma se deshacía en mi boca
refrescaba mi garganta
dejando un sabor árenoso
mis labios dibujaban una sonrisa ácida

Deliciosa pera madura
siempre te recordaré

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