Sentado en una gran piedra
escucho el atardecer
los gritos del día
antes de morir
Las montañas son el recipiente
para beber un poco de ocaso
sangre derramada
sobre la manta del cielo
El sol escribe su firma
sobre la mohosa corteza
que tiene mi alma
costra de helechos
para evadir los recuerdos
Las botas del firmamento
hechas de musgo blanco
se llevan el agua
marchando a través de la tierra
El verde de los árboles
es asesinado por la noche
manda sus sicarios de niebla
bacterias oscuras
consumen los colores
Caballos sin luz
galopan en truenos
llevándose en sus pezuñas
todo rastro de sol
los jinetes arrojan
perlas de soledad
éstas se incrustan
en la oscuridad
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